Palabras de Celeste Vargas, personera estudiantil, por los 48 años del GNV.

Estimados directivos, docentes, personal de servicios generales, padres de familia, compañeros y compañeras:

¡Feliz 48 aniversario, querido gimnasio norte del Valle!

Hoy no es un día cualquiera. Hoy celebramos el cumpleaños de un lugar que no solo ha formado generaciones de estudiantes, sino que ha tocado nuestras vidas de una manera profunda y transformadora. Este colegio no es simplemente un conjunto de aulas y pasillos… este colegio es historia, es familia, es amor.

Llevo 14 años siendo parte de esta institución, desde que tenía apenas 3 años. Crecí aquí. Este colegio me ha visto dar mis primeros pasos, pronunciar mis primeras palabras con seguridad, superar miedos, abrazar sueños y comenzar a construir la persona que soy hoy. Me ha acompañado en cada etapa de mi vida. Y por eso, decir que lo amo no es suficiente.

Aquí encontré amigos que son hermanos del alma, personas que han marcado mi historia y que llevaré siempre en el corazón. Aquí conocí docentes que, con su paciencia, entrega y amor, se convirtieron en mis segundos padres. Aquí aprendí a resolver ecuaciones, sí, pero también aprendí a ser empática, responsable, resiliente y justa. Aprendí a luchar por lo que creo y a valorar cada pequeño paso del camino.

Gracias infinitas a los licenciados Horacio Lozano y Antonio Chamorro por soñar con este lugar hace 48 años. Su visión no solo construyó una institución, sino una comunidad donde florece el talento, donde se cultivan valores, y donde los sueños de cientos de jóvenes como yo encuentran tierra fértil para crecer.

Hoy, desde lo más profundo de mi corazón, les digo: gracias por ser mi hogar. Nunca quise ni querré otro colegio. Porque este ha sido, es, y siempre será, el lugar donde viví los mejores años de mi vida.

Y aunque pronto dejaré de ser estudiante, nunca dejaré de ser parte de esta gran familia. Porque este colegio vive en mí, en mi historia, en mis recuerdos, y en cada valor que llevo conmigo.

 

Hoy, desde lo más profundo de mi corazón, les digo: gracias por ser mi hogar. Nunca quise ni querré otro colegio. Porque este ha sido, es, y siempre será, el lugar donde viví los mejores años de mi vida.

Y aunque pronto dejaré de ser estudiante, nunca dejaré de ser parte de esta gran familia. Porque este colegio vive en mí, en mi historia, en mis recuerdos, y en cada valor que llevo conmigo.