Llevo 14 años siendo parte de esta institución, desde que tenía apenas 3 años. Crecí aquí. Este colegio me ha visto dar mis primeros pasos, pronunciar mis primeras palabras con seguridad, superar miedos, abrazar sueños y comenzar a construir la persona que soy hoy. Me ha acompañado en cada etapa de mi vida. Y por eso, decir que lo amo no es suficiente.
Aquí encontré amigos que son hermanos del alma, personas que han marcado mi historia y que llevaré siempre en el corazón. Aquí conocí docentes que, con su paciencia, entrega y amor, se convirtieron en mis segundos padres. Aquí aprendí a resolver ecuaciones, sí, pero también aprendí a ser empática, responsable, resiliente y justa. Aprendí a luchar por lo que creo y a valorar cada pequeño paso del camino.
Gracias infinitas a los licenciados Horacio Lozano y Antonio Chamorro por soñar con este lugar hace 48 años. Su visión no solo construyó una institución, sino una comunidad donde florece el talento, donde se cultivan valores, y donde los sueños de cientos de jóvenes como yo encuentran tierra fértil para crecer.
Hoy, desde lo más profundo de mi corazón, les digo: gracias por ser mi hogar. Nunca quise ni querré otro colegio. Porque este ha sido, es, y siempre será, el lugar donde viví los mejores años de mi vida.
Y aunque pronto dejaré de ser estudiante, nunca dejaré de ser parte de esta gran familia. Porque este colegio vive en mí, en mi historia, en mis recuerdos, y en cada valor que llevo conmigo.